martes, 1 de julio de 2014

cuarto sonido, cambio

Desvarías y asumes que
necesitas un alimento exterior.
Aumentas el ritmo de la razón
y entrofias el sentido del cuerpo.

El registro del aire en su tránsito
vislumbra espejos somnolientos
que se disipan con el rumor del viento.

Las manecillas definen tu paciencia
y esa fuerza acumulada te recuerda
que no necesitas esperar a que
alguien te venga a salvar.

Temer por un bienestar propio
es juicio que tu lógica no comprende
y arriesgarse a sanar  por voluntad
propia está cada vez más latente.

Tu cuerpo es energía que la razón no emana,
andante son tus venas que dibujan montañas;
el desconcierto es temporal y el silencio incongruente.

Callar no te va a salvar,
temer no te permitirá avanzar;
tolerar es fuerza del ciego
y tus ojos iluminan lo incierto.

Tu movimiento sigue oscilando 
y las circunstancias se van modificando.